Fructosemia... y otras cosas

Fructosemia... y otras cosas

viernes, 8 de junio de 2012

Niños y adolescentes.

Esta es una situación difícil para un adulto, como todos sabemos, salir a cenar un sábado, tomar algo con los compañeros después del trabajo, puede convertirse en un amargo momento para nosotros.  Además, muchas veces tropezamos con la "difícil comprensión" de los que nos rodean, pues no siempre se entiende bien que, por ejemplo,  la forma de cocinar una carne te pueda suponer un tormento de varios días.  Como ya comenté anteriormente, todo el mundo sabe y comprende a un celíaco, pero no a un fructosémico, la carga cultural de la dieta mediterránea nos persigue de forma implacable.
¿Y que pasa con los niños?  Para ellos es doblemente difícil, viven rodeados de "comida basura", auténticas barbaridades culinarias que les hacen muy muy complicado su día a día, a lo cual hay que añadir su carga de trabajo: estudios, deportes, actividades...
Yo tengo dos hijas adolescentes, de la cuales es la mayor, de momento, la que ha heredado mi problema y voy a relatar muy brevemente su historia porque demuestra el grado de ignorancia y de improvisación que se respira con este tema.
Poco después de mi diagnóstico, ella empezó a revelar síntomas y malestares que me sonaban demasiado de modo que me salté algunos pasos y me  fuí directa al especialista mas reputado en mi ciudad.  Su primera opinión fué "acidez de estómago".  Mi hija, con muy buen criterio, le explicó educada y claramente que no tenía tal cosa, momento que yo aproveché para indicarle al médico que si yo tenía lo que tenía y era hereditario, ¿no sería lo más lógico empezar por ahí?  Finalmente, conseguí que le hicieran las pruebas que establecieron malaabsorción a la fructosa e intolerancia total al sorbitol.
Pese a que ya contaba con mi propia experiencia, la diferencia entre ambas me resultaba evidente, por edad, ritmo de vida... ¡no así al galeno! que no le dió mas importancia, hasta el punto de decirle a la niña que "buscara un dieta por Internet".
Una  nutricionista a la que visité después me dijo textualmente, y cito:
.- "Mi marido no toma verduras nunca y está fenomenal"
Increible, pero cierto. 
Mi preocupación iba en aumento, pues mi hija acusó muy pronto el cambio de alimentación.  Con la primera fase su sintomatología mejoró en un sentido para aparecer otra distinta, pues perdió energía y su rendimiento general cayó en picado.  Ganó peso y yo no dejaba de preguntarme que pasaba con la ausencia de vitaminas y minerales necesarios en el crecimiento y desarrollo de un crío. 
Nunca olvidaré la primera conversación que tuve con Rosa.
Es bióloga, especialista en nutrición e higiene alimentaria y me entendió desde el minuto cero.  Fué la primera que me habló de la glucosa pura, (una inyección de energía para un deportista), del ácido fólico, de la vitamina C y la primera que me dijo como distribuir una comida dentro de nuestras limitaciones.  Cuando yo no sabía muy bien como explicarle lo que quería, ella me dijo "lo que estás buscando es un protocolo alimenticio" y yo ví el cielo abierto.   Casi rompo a llorar.
Y esta es la cuestión, armarse de paciencia hasta encontrar ese profesional que se tome en serio el problema y no recurra a las dietas tipo por no molestarse mas de lo habitual.  Y siempre, siempre, observar y analizar los propios síntomas y actuar en consecuencia, ya sabeis, lo general y lo particular.
Quiero aprovechar para saludarla y decirle una vez más, gracias, gracias, gracias Rosa.
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