Fructosemia... y otras cosas

Fructosemia... y otras cosas

jueves, 24 de mayo de 2012

¿Por qué nunca estamos? (2)

Esta es una breve entrada para ampliar aquella otra, y es que no he podido resistirme.  
Me ha llegado el siguiente enlace
Es una tienda de alimentos que se define como especialista en personas con alergias e intolerancias.  La página es excelente en todo, presentación, navegación, es intuitiva y fácil de manejar, muy completa en sus contenidos y en los productos para alérgicos, en fin, todo un hallazgo en la red.
Vaya por delante que quiero felicitar a los autores de esta iniciativa, la posibilidad de comprar on line además, es una ayuda impagable, solo espero que yo pueda hacerlo en algún momento, porque una vez mas los fructosémicos no estamos.
Nada, ni estamos ni se nos espera. Lástima.

Lo general y lo particular. 1.- La cuestión dulce.

Las primeras recomendaciones sobre  comida que me dieron, en principio, me fueron útiles, basicamente porque estaba empezando y no tenia ni idea de qué comer y como comer.
Con el tiempo , sin embargo, he de hacer algunas observaciones, que por supuesto y como no me  canso de repetir, son absolutamente particulares.
Con el punto uno no puedo estar mas en desacuerdo, incluso puedo decir que mis apetencias en este sentido han dado un giro de 360 grados. y tengo que hacer notar que esto me ocurre tanto con lo dulce como con la fruta y otros alimentos que antes no ingería de manera asidua y hoy se han convertido en una tortura para mi olfato. 
Luego está, claro, la cuestión del paladar, que no es cuestión baladí, ya que la monotonía de sabores en nuestra alimentación es tal, que llega un momento en que la necesidad de cambio se impone.  Total, que aversión a esto o aquello, nada de nada, todo lo contrario.
En este sentido, he descubierto algunas cosas que a mi me ayudan bastante.  A saber:
1.-  La cuestión dulce.  Yo tengo días de bajón físico y psicológico en los que solo me recupero comiendo algo dulce, osea, algo con azúcar de verdad y no con otros sustitutos.  Son días muy esporádicos, y sé bien que si me excedo,  lo lamento despues, pero no tengo otra salida.
No obstante, hay engaños sabrosos que ayudan a mejorar estas situaciones.  La STEVIA, por ejemplo.  Esta es un planta usada desde tiempos inmemoriales por los indios sudamericanos con un gran poder edulcorante y que podemos adquirir  en formato pastillas como la sacarina. en formato polvo como el azúcar de toda la vida, incluso en líquido, aunque tengo que decir que es bastante mas cara.  Tiene a su favor que es muy muy edulcorante, es decir, que con menos cantidad endulzas igual o más y sobretodo, que no tiene ni una caloría, lo que a nosotros nos viene de perlas.
No he cocinado con ella pero la he calentado como para hacer caramelo y en principio pareció comportarse como el azúcar normal.
Otro producto a tener en cuenta es la glucosa pura, apta para fructosémicos y que yo compro por encargo en la farmacia.  Tiene el inconveniente de su manipulación, se endurece con los líquidos y tarda mucho en disolverse.
Luego están las cosas envasadas.  En su enorme mayoría nos están vedadas por sus edulcorantes, pero algunas marcas ya están empezando a tenernos en cuenta, gracias a Dios.  En concreto yo recurro con alguna frecuencia a la variada gama de galletas sin fructosa ni sorbitol ni otros azúcares que la marca Gullón tiene en el mercado, si bien es cierto que llevan isomalt y maltitol que tampoco son muy recomendables, pero  a mi, en pequeñas cantidades y no todos los días, no me sientan mal.  Eso sí, sospecho que engordan un poquito, probablemente debido a las diferentes grasas que contiene, hay que dosificar porque para nosotros perder kilos es bastante mas complicado que para el resto del mundo. (Y OJO, contienen trazas de leche)
Otras marcas como Diet nature, Special Line del Corte Inglés y como no Mercadona,  también tienen productos en esta línea, aunque repito, siempre siempre debemos leer los ingredientes y probar, la observación de nuestro propio cuerpo es el mejor método de trabajo, aunque en ocasiones nos derive en un malestar mas o menos prolongado.
A todo lo dicho tengo que añadir que uno de los síntomas de esta intolerancia y una de las consecuencias de la ingesta de estos y otros alimentos, es la diarrea continuada.  Bien, pues yo padezco desde siempre un estreñimiento que ha terminado siendo crónico, una de mis llamativas particularidades dentro de lo general.
Y para saber algo mas, de nuevo aquel libro que tanto me ayudó y que sigo consultando.  Por cierto, tiene algunas recetas interesantes, aunque es cocina alemana y se nota. 




 

martes, 15 de mayo de 2012

¿Por qué nunca estamos?

El pasado domingo 12 de mayo, XL Semanal publicó un corto pero interesante artículo sobre las alergias alimentarias y las últimas investigaciones al respecto.  El texto en sí creo que podría ser un tanto mas completo si pensamos en el paciente, pero  es cierto que  aporta datos sobre estudios que yo personalmente desconocía y que me parecen cuando menos esperanzadores.  Y sobretodo aporta  datos sobre el terrible aumento de este tipo de padecimientos, cuestión que me parece altamente preocupante.
El caso es que lo leí un par de veces por si me había saltado algo y al final, como casi siempre en nuestro caso, me quedé pensando, ¿por qué nunca estamos?
Todo el mundo parece entender claramente que una persona no pueda tomar huevo, o gluten o lactosa o marisco, incluso pescado.  Llegado el punto de tocar las frutas y las verduras, no solo no se entiende, es que parece que estas contando "una batallita de abuelete".
Es cierto, que salvo casos muy estremos casi siempre referidos a niños, es un padecimiento que en los adultos no reviste mayor gravedad (entendida esta como un ingreso de urgencia con peligro para la propia vida) al  menos a corto o medio plazo, pero lo que nadie puede discutirnos es que nuestra vida perde mucha calidad y se hace costosa y difícil.
Yo mantengo una teoría nada científica y muy personal, y es que la tan traida y llevada dieta mediterránea está sobrevalorada.  A priori, podría parecer que digo una barbaridad, pero está claro que a los fructosémicos nos destroza y eso es así , le guste o no a los médicos, nutricionistas, dietistas y demás defensores de la misma.  Además, mantengo que comer naranjas en agosto y fresas en enero, no puede ser saludable.  La naturaleza tiene sus propios ritmos y yo creo que algún precio estamos pagando por estos "excesos", cosa esta última por cierto que me comentó "de pasada" uno de los muchos facultativos que visité, el cual utilizó este argumento para indicar que efectivamente, aumentaban los casos de intolerancia a la fructosa como consecuencia directa del cambio de alimentación producido por la mayor ingesta de estos alimentos en cualquier época del año, cosa que en otros tiempo no ocurría.  (Creo que fué la única verdad que me dijo).
De igual modo, una bióloga que mencionaré en su momento y a la que debo mucho, me añadió, "es que además nosotros no somos mediterráneos, somos atlánticos".  (Yo vivo en el norte de España, concretamente en La Coruña).

El artículo en cuestión, cuya lectura recomiento sin lugar a dudas,  habla mas de alergias que de intolerancias, pero sería de agradecer que nos tuvieran en cuenta, porque nuestra dieta es muy peligrosa a largo plazo, porque hay gran cantidad de alimentos envasados o prefabricados que son un trampa para nosotros, porque nuestra alimentación es terriblemente aburrida y monótona lo cual a mi  me afecta psicologicamente de una forma brutal, porque hay medicamentos que no podemos tomar y nadie nos lo dice, en fin, añadid lectores (si los hay) todos los porques que se os ocurran.
Por último, me llama poderosamente la atención el hecho de que nadie parece ir al origen del problema, sabemos lo que ocurre pero ¿por qué hay cada vez mas alérgicos a los alimentos?




jueves, 3 de mayo de 2012

La primera vez

En mi diagnostico hubo alguna duda sobre la lactosa por lo que el resultado final  se demoró unos días y recuerdo muy bien que la llamada telefónica que confirmaba mi intolerancia me "pilló" celebrando... ¡¡¡una boda.¡¡¡
Podría parecer una broma si no fuera cierto.  Así pues lo primero que tuve que enfrentar fué una mesa llena de comida apetitosa que yo no me podía comer en su mayoría.  No faltó el sorbete de limón entre platos por supuesto y como una ironía más, uno de los postres estaba compuesto por una enorme bola de helado acompañado de una espléndida y deliciosa macedonia de frutas. 
De regreso a casa y con más calma. empezó la nueva vida que he llevado hasta ahora.  De esa primera vez asumiendo el reto de otra alimentación pasamos a la primera compra, toda una aventura y un auténtico desafío.
Afortunadamente, no tenía intolerancia a la lactosa, lo cual me dio un tremendo respiro, pero la alegría duró lo justo.  En el supermercado descubrí, con horror, que no había nada o casi nada "limpio", los alimentos envasados eran una trampa mortal e incluso los frescos tenían su riesgo.  (Ya mencioné el jamón serrano "azucarado").  Así y todo, inicié la primera fase.
No fue tan duro al principio, mi situación física era tan mala que afronté la dieta con ganas y cierta dosis de optimismo.  Durante varios meses, no me salí de lo establecido, seguí la lista de alimentos permitidos casi al pie de la letra y no cabe duda que mi mejoría fue notable y notoria.
Pero no pasé de la segunda fase.  Transcurridos tres años y después de muchas intentonas, tengo muy claro que mi estado óptimo es "cero frutas, cero verduras" y por supuesto, nada dulce ni bebidas gaseosas o alcohólicas, e incluso y pese al resultado de aquella prueba, he sustituido la leche de vaca por una bebida de arroz que tolero mucho mejor.

Como ya he dicho, la primera compra fue una autentica locura,  me llevó varias horas y terminé disgustada, cabreada y con una sensación de abandono que a veces aún perdura.
Hoy día tengo alguna marca localizada a la que hay que agradecer que, cuando menos, indique claramente lo que sus alimentos contienen y no.  Por poner un ejemplo, hay gran cantidad de productos para diabéticos que no contienen azúcar, efectivamente, y que a priori, podriamos consumir, pero analizados detenidamente, vemos como sorbitol, fructosa y otros añadidos los convierten en prohibidos para nosotros, cosa que no se comenta en ninguna parte de su etiquetado.
Y es fundamental conocer cuantos de esos "otros añadidos" nos podemos permitir y cuales nos pueden arruinar una comida o una reunión de amigos.  Una vez más, el libro que mencioné en la entrada anterior volvió indicarme ese camino.

También quiero compartir el primer listado de alimentos  que me dieron, que creo es de los mejores que he visto, y las recomendaciones que lo acompañaron, con las que no estoy muy de acuerdo, después del tiempo transcurrido y la experiencia acumulada.