En mi diagnostico hubo alguna duda sobre la lactosa por lo que el resultado final se demoró unos días y recuerdo muy bien que la llamada telefónica que confirmaba mi intolerancia me "pilló" celebrando... ¡¡¡una boda.¡¡¡
Podría parecer una broma si no fuera cierto. Así pues lo primero que tuve que enfrentar fué una mesa llena de comida apetitosa que yo no me podía comer en su mayoría. No faltó el sorbete de limón entre platos por supuesto y como una ironía más, uno de los postres estaba compuesto por una enorme bola de helado acompañado de una espléndida y deliciosa macedonia de frutas.
De regreso a casa y con más calma. empezó la nueva vida que he llevado hasta ahora. De esa primera vez asumiendo el reto de otra alimentación pasamos a la primera compra, toda una aventura y un auténtico desafío.
Afortunadamente, no tenía intolerancia a la lactosa, lo cual me dio un tremendo respiro, pero la alegría duró lo justo. En el supermercado descubrí, con horror, que no había nada o casi nada "limpio", los alimentos envasados eran una trampa mortal e incluso los frescos tenían su riesgo. (Ya mencioné el jamón serrano "azucarado"). Así y todo, inicié la primera fase.
No fue tan duro al principio, mi situación física era tan mala que afronté la dieta con ganas y cierta dosis de optimismo. Durante varios meses, no me salí de lo establecido, seguí la lista de alimentos permitidos casi al pie de la letra y no cabe duda que mi mejoría fue notable y notoria.
Pero no pasé de la segunda fase. Transcurridos tres años y después de muchas intentonas, tengo muy claro que mi estado óptimo es "cero frutas, cero verduras" y por supuesto, nada dulce ni bebidas gaseosas o alcohólicas, e incluso y pese al resultado de aquella prueba, he sustituido la leche de vaca por una bebida de arroz que tolero mucho mejor.
Como ya he dicho, la primera compra fue una autentica locura, me llevó varias horas y terminé disgustada, cabreada y con una sensación de abandono que a veces aún perdura.
Hoy día tengo alguna marca localizada a la que hay que agradecer que, cuando menos, indique claramente lo que sus alimentos contienen y no. Por poner un ejemplo, hay gran cantidad de productos para diabéticos que no contienen azúcar, efectivamente, y que a priori, podriamos consumir, pero analizados detenidamente, vemos como sorbitol, fructosa y otros añadidos los convierten en prohibidos para nosotros, cosa que no se comenta en ninguna parte de su etiquetado.
Y es fundamental conocer cuantos de esos "otros añadidos" nos podemos permitir y cuales nos pueden arruinar una comida o una reunión de amigos. Una vez más, el libro que mencioné en la entrada anterior volvió indicarme ese camino.
También quiero compartir el primer listado de alimentos que me dieron, que creo es de los mejores que he visto, y las recomendaciones que lo acompañaron, con las que no estoy muy de acuerdo, después del tiempo transcurrido y la experiencia acumulada.
http://www.alimmenta.com/dietas/intolerancia-la-fructosa/
ResponderEliminarEste video es de lo mejor que me he encontrado sobre este tema.